sábado, 9 de mayo de 2009

II Lecturas:

EL MOVIMIENTO SINDICAL ANTE LAS NUEVAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO
En la medida en que el hecho de producir bienes y servicios atiende a las complejidades de una competencia internacional y nacional cada vez más intensa, la forma de organizar la producción se convierte en un asunto que apunta a revisar las estrategias tradicionales. Derivado de la organización de la producción, se lleva a cabo la organización del trabajo. Esta implica el uso y la disposición de una fuerza laboral que si bien está cada vez mejor preparada en términos de formación escolarizada, también está inmersa en el funcionamiento de procesos productivos organizativos que colocan en manos del capital la preeminencia de las decisiones.
En tanto la empresa es un ente organizacional, que integra y colectiviza los aportes de la fuerza de trabajo al proceso de producir bienes y servicios, el trabajo por su parte contribuye desde una perspectiva individual, que nace de la necesidad de sobrevivencia, de reproducción, de satisfacción primaria. Desde la empresa, la gestión de recursos humanos, además de los fundamentales asuntos de alcanzar los objetivos trazados, se plantea hacer de las contribuciones de la fuerza de trabajo un asunto que implique la satisfacción y la convivencia de quienes comparten el espacio productivo o las operaciones bajo ese logotipo o entidad empresarial. Se deduce entonces que la empresa tiene objetivos que conllevan el diseño de una estructura en donde la fuerza de trabajo juega un papel central, ya que con ella se movilizan los recursos económicos que permiten el alcance de los objetivos. Los déficit de desigualdad en la distribución de los ingresos, de injusticia en el acceso a los recursos colectivos, han alimentado la tensión entre empresas exitosas y sociedades en crisis. La organización de los trabajadores, en primer lugar al conglomerar a los prestadores de servicios, los vendedores de la fuerza de trabajo, sintetiza las voces de muchos que individualmente serían mudos o emisores de sonidos casi imperceptibles. De la producción masiva fordista, que uniformó a los trabajadores descalificando el conocimiento integral de los artesanos, se pasa ahora a las nuevas formas de organización laboral. Si bien se promueve la polivalencia, ello ocurre sin proveer a los trabajadores cambios significativos en su estatus. Un obrero fabril o un oficinista en la década de los 50 podían aprender un trabajo y tener una seguridad razonable de que sus habilidades serían adecuadas para realizar sus tareas durante la mayor parte de su vida laboral. Esto ya no es verdad.

Fuente: http://www.nuso.org/upload/anexos/foro_294.pdf

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